27 de febrero de 1663: Figura como propietario en posesión el señor Juan Martín de Villafaña que solicita ante la Corona Española la medición de los sitios Naranjo y El Potrero (hoy Potrero Grande). Es así, que ante los representantes de la capitanía de Guatemala se contabilizan 13 caballerías a 9 tostones cada una. Para estas épocas el señor Villa Faña, debía cancelar el impuesto colonial español conocido como la “media anata”, lo cual no efectuó y fue apremiado por oficiales reales, registrándose dos años después la carta de pago pero sin especificar quien la efectuó. Al parecer Villafaña vendió el terreno a don Alexandro de Vargas quien luego vendió en posesión de la escritura al Alférez Joseph de Rivas.
Considerándose las anomalías y la ineficiente legislación de posesión de la tierra dictada en la colonia, el señor Joseph de Rivas solicitó una “moderada composición” pagando “ciento veinte tostones libres” 55 años después. De ello, resulta que las haciendas eran explotadas de hecho y no de derecho. Es decir, al ser para esas épocas tierras pertenecientes a la Corona y por el hecho de no tener definido la posesoria mediante título de las mismas, el señor Joseph de Rivas pone en evidencia el caso y solicita pagar ya que él se manifiesta como posesorio de las mismas al momento, reclamando además las trece caballerías y otras áreas de hecho y derecho que él considera de su propiedad.
El Sargento Pedro Ledesma, vecino del Partido de Nicoya estando en posesión de la hacienda, admite ser heredero de sus padres pero que ha perdido los títulos reales por lo cual solicita a la Reina de España medir nuevamente, pagando a un justo valor. Su solicitud fue aprobada y el Alcalde mayor Capitán Don Juan Luque y Madrigal ordenó su medida y venta a “vela y pregón” en la fecha mencionada. El precio fue de seis tostones cada caballería.
Se reporta como propietario de Santa Rosa el Capitán Juan Antonio Santos de San Pedro, quien era dueño también de la Hacienda el Pelón. Así las cosas, se desconoce cuánto tiempo estuvo la hacienda en poder de Pedro Ledesma, quien para este año se reporta como residente “en la Costa” con un pequeño hato de ganado vacuno y dedicado a la explotación caballar. En este año se hace mención por primera vez de las actividades agrícolas y de ganadería vacuna, caballar y mular en la hacienda, luego de un censo levantado por el Vicario de Nicoya don Tomás Gómez Tenorio a fin de cobrar los diezmos correspondientes.
Fallece don Juan Antonio y como administrador de las tuteles de sus hijos, asume la hacienda el Presbítero Melchor de la Cerda.
Fallece Melchor de la Cerda sin otorgar testamento, lo que produce controversia entre los herederos. Por esta razón, Joachin Santos Grande de San Pedro (menor de edad), Procurador Sindico de la Villa de Nicaragua, nieto del presbítero de la Cerda presentó una demanda solicitando las tierras y luego de innumerables controversias se otorgó en tutela la Hacienda a Juan Ignacio de la Cerda como apoderado de don Juan de la Cerda.
Figura como dueño legítimo de la propiedad don Manuel Antonio Santos de San Pedro, hijo de uno de los anteriores propietarios.
La propiedad cambia de dueño sin quedar claro si hubo una transacción de compra o fue recibida en herencia familiar, pero Doña Josefa de la Peña Monge, nieta y única heredera de Don Juan Ignacio de la Cerda mencionó que a su matrimonio con Don Agustín Gutiérrez Lizaurzábal había aportado las haciendas del Tempisque Grande y Santa Rosa. En diferentes documentos se reconoce a don Agustín como el dueño de la hacienda, este a su vez fue suegro de José Joaquín Mora Porras hermano del presidente Juanito Mora.
Los once hijos del matrimonio de doña Josefa y don Agustín reciben la propiedad en herencia luego de la muerte de sus padres. Para este año, uno de los hijos don Francisco de Paula Gutiérrez, vecino de Cartago, quien testó en nombre de su padre previa autorización de él, al hacerse cargo de los negocios familiares vende en el mes de marzo con don José María Cambronero, y su esposa Doña Concepción Gutiérrez vecinos de Guatemala, la propiedad al señor Ramón Gómez, incluyendo 19 ½ caballerías, con casa, oficina, corrales y ganado. En octubre del mismo año, mediante nueva escritura el Sr Cambronero vende los derechos por herencia materna de su esposa en Santa Rosa al señor Gómez y en diciembre el señor Gutiérrez vende el sitio de Potrero Grande y el de Tierra Blanca al mismo dueño.
Figura como propietario el Señor Ramón Gómez, quien al momento de la invasión filibustera no se encontraba en la hacienda por ser un propietario ausentista como la mayoría de dueños que tuvieron la propiedad. De esa invasión, se reportó el asalto a la casa y amedrentaron a los cuidadores asignados por el dueño. Se han recopilado una serie de documentos históricos relacionados a la Batalla de Santa Rosa y la campaña de 1856 los cuales se pueden encontrar en la siguiente dirección: