Historia y destino de la Bibliografía Mexicana. Libros sobre cultura escrita e identidad nacional

Pocas veces se reflexiona sobre cómo se integra el patrimonio de una nación y cuáles son los hitos en su análisis y fijación. Con “Historia y destino de la Bibliografía Mexicana. Libros sobre cultura escrita e identidad nacional” nos hemos propuesto exponer, gracias al trabajo conjunto de académicos del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, de la Biblioteca y la Hemeroteca Nacionales, de forma orgánica la diacronía de estos textos, desde sus antecedentes en una época en la que lo publicado en México representaba una deslocalización de la cultura hispánica hasta las propuestas más novedosas de la bibliografía en la era digital.

1629-01-01 00:00:00

Antonio de León Pinelo. "Epítome de la biblioteca oriental y occidental, náutica y geográfica"… Madrid. Juan González. 1629.

El "Epítome de la biblioteca Oriental y Occidental, Náutica y Geográfica" de Antonio de León Pinelo, publicada por el impresor madrileño Juan González en el año de 1629, es la primera bibliografía que registra obras con temática sobre el Nuevo Mundo. Debido a ello, su autor es considerado el “padre de la bibliografía americanista”. Se encuentra dividida en cuatro partes o “bibliotecas”: la Oriental, que presenta la producción referente a África y Japón (lo que en ese momento se denominaba las Indias orientales); la Occidental, que presenta las obras concernientes a América, las islas Filipinas y las islas Molucas; la Náutica, en la que se citan los tratados de cosmografía y navegación; y la Geográfica, en la que aparecen las obras dedicadas a las descripciones topográficas y de cartografía. Además de las cuatro bibliotecas, la obra contiene interesantes apéndices que dan cuenta de obras anónimas y de las diversas lenguas en las que se escribieron las obras referidas. Cabe destacar que participaron en los preliminares de la obra grandes nombres de la literatura española como Lope de Vega, José de Valdivieso y Tomás Tamayo de Vargas. Destaca entre éstos el “Discurso apologético”, en el que el hermano de León Pinelo resalta, por un lado, la originalidad del "Epítome" y, por otro, se queja de lo poco que se conoce en España el tema americano: “[…] que como de las Indias sólo se apetece plata y oro, están sus escritores tan olvidados como sus historias poco vistas, siendo ocupación extranjera la que debiera ser natural de España, y así de nuestras mismas conquistas saben más las plumas ajenas que las curiosidades propias.” Cecilia Cortés

1640-01-01 00:00:00

Tomás Tamayo de Vargas. “Junta de libros, la mayor que España ha visto hasta el año MDCXXIV”. Madrid: siglo XVII. Biblioteca Nacional de España (mss. 9752 y 9753)

Aunque poco se sabe, la colección de libros sobre América incluida en el “Epítome” de Antonio de León Pinelo se debe en gran medida a la que con paciencia enlistó el cronista real de su Magestad Tomás Tamayo de Vargas en su “Junta de libros”, una acumulación ordenada por orden alfabético de nombre de pila de todos los libros conocidos en su época. Gran parte de los impresos americanos enlistados por León Pinelo, entre los productos bibliográficos novohispanos, se hallan en la recopilación de Tamayo de Vargas que, por razones diversas, no llegó hasta la imprenta, aunque esto no impidió que fuera modelo y fuente para los estudios bibliográficos siguientes. Laurette Godinas

1672-01-01 00:00:00

Nicolás Antonio, "Bibliotheca hispana sive Hispanorum, qui usquam unquamue sive latina sive populari sive alia quavis lingua scripto aliquid consignaverunt notitia", Romae, Ex officina Nicolai Angeli Tinassii, 1672.

La "Bibliotheca hispana" es sin duda la obra bibliográfica más importante del erudito de origen sevillano Nicolás Antonio que vio publicada en vida durante su estancia diplomática en Roma. Corresponde al fruto de un trabajo arduo, a partir de una biblioteca propia de más de 30,000 volúmenes y numerosos libros consultados en las bibliotecas itálicas; es una compilación razonada de los autores hispánicos que dejaron obras escritas entre 1500 y 1672. Nicolás Antonio es un referente permanente para la obra de los primeros bibliógrafos mexicanos: profusamente citado, a menudo corregido, su nombre puebla las entradas de la "Bibliotheca mexicana" de Eguiara y de la "Biblioteca hispanoamericana septentrional" de Beristáin. Laurette Godinas

1748-01-01 00:00:00

Francisco Antonio De la Rosa Figueroa, "Diccionario bibliographico alphabetico e indice sylabo repertorial de quantos libros sencillos existen en esta libreria del Convento grande de Nuestro Santo Padre San Francisco de México, Ca". 1748-1758.

Si bien no representa aún un esfuerzo por sintetizar la producción intelectual de una época, es de gran interés el trabajo de Francisco Antonio De la Rosa puesto que pone por primera vez el énfasis en la necesidad de llevar a cabo un inventario razonado del material bibliográfico de un repositorio específico. Cabe destacar, por otra parte, que para mediados del siglo XVIII se empleaba aún "librería" para designar el conjunto de libros disponibles para consulta, mientras "biblioteca" se refería más bien a la recopilación de materiales bibliográficos con la gran diversidad de formas que intentamos mostrar. Salvador Reyes Equiguas

1755-01-01 00:00:00

Juan José de Eguiara y Eguren, "Bibliotheca mexicana sive eruditorum historia virorum qui in America boreali vel alibi geniti, in ipsam domicilio aut studiis asciti quavis lingua scripto aliquid tradiderunt".

Instigado por un comentario que juzgó ofensivo del deán de Alicante Manuel Martí en una de sus "Epistolae" (Libro VII, epístola 16), el teólogo, catedrático de la Real y Pontificia Universidad de México y animador de la Academia del Oratorio de San Felipe Neri Juan José de Eguiara y Eguren se lanzó en una aventura sin precedente para la región: la compilación sistemática, basada en consultas epistolares directas con responsables de repositorios documentales y una revisión exhaustiva de los materiales disponibles, de la producción manuscrita e impresa en la región que comprende desde la frontera norte del Virreinato de la Nueva España hasta su límite austral en los linderos de la Nueva Granada, con inclusión de las Filipinas. Evidentemente inspirado por el modelo establecido por Nicolás Antonio en su “Bibliotheca hispana”, Eguiara y Eguren llevó a cabo una vasta labor de correspondencia y una descripción precisa y rigurosa de los ejemplares conservados en las bibliotecas que tenía a su disposición para lograr este propósito, incluida su propia vasta biblioteca. La información que recibió fue sintetizada, con la ayuda de un amanuense y profusas adiciones autógrafas, en los manuscritos 44 y 45 de la Biblioteca Nacional de México, que corresponden al tomo impreso en 1755. Los manuscritos 44 y 45, que corresponden al volumen publicado en 1755, representan una etapa avanzada del trabajo compilatorio y, dada la ubicación en casa del autor de la imprenta bautizada con el nombre de la Bibliotheca Mexicana para la cual se compró, es posible pensar que sirvieron como originales de imprenta para el trabajo editorial. Cabe destacar, sin embargo, que algunas propuestas del autor, como la presencia de un índice por apellido para el primer volumen, no fueron tomadas en cuenta para la versión impresa, por lo cual es más que probable un alto nivel de intervención autoral en el proceso de impresión. El resto de la información (nombre de pila de la D a la J) se encuentra concentrado en cuatro volúmenes que se encuentran hoy parte en la Colección García custodiada por la Nettie Lee Benson Collection de la Universidad de Austin, con excepción de una pequeña muestra de entradas correspondientes a la letra D que hace poco encontramos, copiadas por partida doble, en el Ms. 1037 la Biblioteca Nacional de México intitulado “Historias de jesuitas”. La edición del primero tomo de la “Bibliotheca mexicana” vio la luz en 1755 en la imprenta que el clérigo seglar, animador de la Academia de Teología del Oratorio de San Felipe Neri y profesor de vísperas de Teología de la Real y Pontificia Universidad de México instaló en su propia casa para dicho fin, imprenta que se llamaría desde el inicio de sus operaciones un par de años antes y hasta los inicios de la década de 1770 “Imprenta de la Bibliotheca Mexicana”. Contiene sólo las entradas por orden alfabético de los nombres de pila de la A a la C. El texto corresponde al que conservan los manuscrito 44 y 45 de la Biblioteca Nacional de México y que sin duda fungieron como el original de imprenta que se empleó para el impreso de 1755. Andrés Iñigo Silva

1816-01-01 00:00:00

José Mariano Beristáin de Souza, "Biblioteca hispano-americana septentrional", México, Alejandro Valdés, 1816-1821.

La "Biblioteca hispano-americana septentrional" de Beristáin, publicada por Alejandro Valdés en 3 volúmenes entre 1816 y 1821 ofrece, en sintonía con el proyecto ideológico de su autor de destacar “el esmero y la generosidad con que desde el descubrimiento del nuevo mundo por el zelo de los Reyes católicos se habían sembrado en estas provincias con la doctrina de la religión cristiana las semillas de todas las ciencias y […] los copiosos frutos que en ellas había producido la religión y las letras”, un conjunto de noticias biobibliográficas de, como lo reza el subtítulo, “los literatos que o nacidos o educados o florecientes en la América septentrional española han dado a luz algún escrito o lo han dexado preparado para la prensa”. Confesadamente deudor de Eguiara y Eguren, de quien dice haber aprovechado “los míl artículos que […] dejó impresos y manuscritos”, señala sin embargo los cambios que juzgó necesario aportar a su modelo: escribir en castellano para garantizar la difusión de su catálogo, ordenarlo por apellidos en vez de los nombres de pila, corregir el estilo ampuloso del erudito dieciochesco y evitar en la medida de lo posible la mención de autores que sólo hubieran dejado una obra manuscrita poco representativa. Si bien la primera edición, y en particular sus tomos 2 y 3, publicados por suscripción, circularon poco, la elección del castellano y el importante tiraje y buena distribución de la edición de Amecameca hicieron de Beristáin la bibliografía más consultada sobre la producción intelectual de la época colonial. Pablo Mora

1853-01-01 00:00:00

Manuel Orozco y Berra, "Diccionario universal de historia y de geografía", México, Rafael, 1853-1856.

Este importante documento de consulta, editado en México entre los años de 1853 y 1856 constituye la primera obra de carácter enciclopédico publicada en nuestro país. Asimismo, representó el proyecto editorial mexicano más ambicioso llevado a cabo tras la separación de Independencia. Constó de diez voluminosos tomos, tres de ellos dedicados casi exclusivamente a México en un Apéndice que reúne una "Colección de artículos relativos a la República Mexicana". Tomando como modelo la publicación madrileña de Francisco de Paula Mellado, a su vez copiado de la edición parisina de Bouillet, el "Diccionario" mexicano se dio a la tarea de reafirmar la identidad nacional, instruyendo a sus paisanos mediante la difusión de noticias relativas a la historia, geografía, clima y población y personajes de la América en general, pero sobre todo de la república mexicana. Así pues, se conformó este proyecto de carácter ilustrado que reunió a intelectuales de todo el país, sin distinción ideológica. Este proyecto se desarrolló de manera colectiva bajo la coordinación Manuel Orozco y Berra (1816- 1881), publicándose por entregas, generalmente semanales. Dichas publicaciones constaban de diez a doce páginas, financiadas por los suscriptores. Entre los que participaron en la redacción de las entradas se encuentran nombres tan importantes como Lucas Alamán, José M. Andrade, Joaquín G. Icazbalceta, Justo Sierra, José J. Pesado, Roa Bárcena, Bernardo Couto, José M. Lafragua, Francisco Pimentel, Guillermo Prieto y Francisco Zarco, entre otros. Pablo Mora

1868-01-01 00:00:00

Pedro Santacilia. “Del movimiento literario en México”. México: Imprenta del Gobierno, 1868.

“Del movimiento literario en México” de Santacilia fue dado a la luz pública en 1868 en la Imprenta del Gobierno, en Palacio, a cargo de José M. Sandoval, información que figura en la portada legal de esta primera edición. El libro ofrece un panorama general de las obras que se estaban publicando en 1868 gracias a la restauración de la República y su inherente libertad de imprenta, situación que percibe totalmente opuesta a la del imperio de Maximiliano. Asimismo, Santacilia advierte que su estudio se circunscribe solamente a los impresos de la Ciudad de México. La primera edición (1868) tuvo amplia circulación debido precisamente al intenso movimiento literario que privaba en la capital de la República; la segunda vio la luz como separata del número 1 (enero-marzo de 1954) de la revista Las Letras Patrias con una noticia biográfica de Pedro Santacilia por Andrés Henestrosa. El oaxaqueño advierte el carácter meramente informativo de la obra y su carencia de rigor crítico desde la propia intencionalidad del autor, aunque resalta tanto su importancia en el panorama cultural mexicano como las notas bibliográficas y el índice onomástico —preparados por Aquiles Fuentes— como las adendas más notables de la segunda edición. Francisco Mercado

1869-01-01 00:00:00

Andrade, José María. "Catalogue de la riche bibliothèque de D. José María Andrade. Livres manuscrits et imprimés. Littérature française et espagnole. Histoire de l’Afrique, de l’Asie et de l’Amérique..."Leipzig-Paris: List & Francke-Librairie Tross, 1869.

Para alimentar su sueño de crear una biblioteca imperial, Maximiliano de Habsburgo, emperador de México, había comprado en 1965 la biblioteca de José María Andrada, que abundaba en ediciones mexicanas y tesoros bibliográficos europeos coleccionados durante el ejercicio de su profesión como editor y libro y sensiblemente aumentada a raíz del incautamiento en 1861 de las bibliotecas coloniales por parte del gobierno, que derivó en un saqueo de las colecciones conventuales y colegiales que tuvo como consecuencia el engrosamiento de muchas bibliotecas particulares. El fusilamiento de Maximiliano en Querétaro y la caída del imperio, los libros de la incipiente biblioteca imperial fueron empacados en más de 200 cajas y llevados a Leipzig donde fueron subastadas en 1869. Para dicha venta, de relevancia innegable, se publicó este “Catalogue de la riche bibliothèque de D. José María Andrade” que atestigua hoy la riqueza de dicha colección de la que más de tres mil obras terminaron enriqueciendo la colección de Bancroft, en San Francisco. Miguel Angel Castro

1878-01-01 00:00:00

Manuel de Olaguíbel, "Impresiones célebres y libros raros por el licenciado Manuel de Olaguíbel", México, Imprenta del “Socialista” de M. López y Comp., 1878.

Sin haberse propuesto escribir una historia de la imprenta, Manuel de Olaguíbel, bibliófilo quien heredó de su padre, Francisco Modesto de Olaguíbel tanto la biblioteca como la afición a los libros, reúne en este tomo las observaciones de un lector y coleccionista erudito. "Impresiones célebres" dan a conocer la apreciación y conocimiento personales de un bibliófilo, no un bibliógrafo ni un historiador, en torno al desarrollo del libro como documento de transmisión de la cultura. Sin embargo, su interés por las impresiones locales, que lo llevan a hablar de los códices aztecas, la situación de las ediciones curiosas europeas en nuestro país, de la dificultad con la que los libreros de su tiempo podían hacerse de materiales dedicados a la Historia de México y de los avances tecnológicos en materia de industria del libro, entre otros, lo ubican en un lugar muy importante de la tradición bibliográfica mexicana, en la cual insertaría después su "Memoria para una bibliografía científica de México en el siglo XIX", publicada en 1889. Pablo Mora

Historia y destino de la Bibliografía Mexicana. Libros sobre cultura escrita e identidad nacional

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