Hipócrates, conocido como el padre de la medicina, propuso la Teoría Humoral de la Medicina. Esta teoría indica que el cuerpo está compuesto de cuatro fluidos: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. Se pensaba que cualquier desequilibrio de estos fluidos causaba enfermedad. Hipócrates atribuyó el exceso de bilis negra al cáncer. También fue el primero en usar las palabras "carcinos" y "carcinoma" para describir los tumores y así nació el uso del término "cáncer" para referirse a esta enfermedad. La palabra "cáncer" se deriva de la palabra griega "karkinos," o cangrejo. Se piensa que se refiere a la apariencia de los vasos sanguíneos que se parecen a las pinzas de un cangrejo. Hipócrates creía que era mejor el dejar al cáncer quieto por que aquellos que recibían tratamiento no sobrevivían tanto como los que no lo recibían.
El médico italiano Bernardino Ramazzini observa que entre las monjas casi no hay casos de cáncer cervical y existe una elevada incidencia de cáncer de mama. Ramazzini lo atribuyó a una parte esencial de su estilo de vida: la falta de sexo con penetración. Fue un hallazgo clave para comenzar a entender la importancia de los factores hormonales del cáncer
Pocas décadas después de que el uso del tabaco fuese ya popular en Londres, John Hill escribió un libro sobre sus peligros titulado Cautions Against the Immoderate Use of Snuff (Advertencias Frente al Uso Inmoderado del Rapé). Observaciones como esta, que relacionaban el tabaco y el cáncer, llevaron finalmente a realizar estudios epidemiológicos para comprobar que el vínculo era cierto, pero hubo que esperar hasta las décadas de los 50 y 60 del siglo XX.
El médico Percival Pott, del Hospital de San Bartolomé en Londres, descubrió que los deshollinadores desarrollaban con mucha frecuencia cáncer de escroto. La enfermedad se asoció a la acumulación de hollín en esa zona. El estudio de Pott fue el primero de muchos dirigidos a identificar un buen número de enfermedades relacionadas con el trabajo. Estas evidencias condujeron a que las autoridades tomasen medidas para reducir la exposición a carcinógenos en el lugar de trabajo
La mastectomía radical fue llevada a cabo por primera vez por el talentoso cirujano William Halsted. El planteamiento, aplicado al cáncer de mama, se basaba en extirpar no solo la parte aparentemente afectada por el tumor, sino grandes partes del músculo del pecho o la axila. Este tratamiento, que provocaba terribles mutilaciones, se aplicó en un 90% de las cirugías realizadas en EEUU contra el cáncer de mama hasta 1970. Dado el gran prestigio de Halsted y las prácticas médicas de la época, fue aplicado sin llevar a cabo ensayos clínicos que probasen la eficacia del método frente a otros menos radicales. Cuando se hizo, se comprobó que cuando el cáncer ya estaba extendido, la mastectomía radical era inútil, y cuando estaba localizado, una cirugía limitada y mucho menos dañina era igual de efectiva
Peyton Rous descubrió hace más de un siglo que un virus podía causar cáncer en gallinas convirtiéndolo también en una enfermedad contagiosa. El virus fue bautizado como RSV (Virus del Sarcoma de Rous). Pese a que durante mucho tiempo se pensó que el cáncer lo podían causar infecciones, son solo unos pocos los tipos de cáncer provocados por virus. Sin embargo, el estudio de los retrovirus que causan tumores ha llevado a muchos descubrimientos sobre la biología del cáncer, uno de ellos el descubrimiento de alguno de los primeros oncogenes, los genes responsables de que una célula normal se transforme en una cancerígena.
Investigadores de la Universidad de Tokyo inducen por primera vez el cáncer a animales de laboratorio aplicando alquitrán sobre la piel de conejos. El método abrió el camino a formas de investigación modernas y fue empleado posteriormente para demostrar el efecto carcinógeno del tabaco. En un principio, las compañías tabacaleras trataron de desprestigiar los experimentos señalando a que se hacían con ratones.
Gordon Ide y sus colaboradores estudiaron el crecimiento de los vasos sanguíneos en torno a tejido tumoral trasplantado en el oído de un conejo. Observaron que el tumor crecía con fuerza y que a su alrededor se creaba una compleja red vascular. Esto les hizo plantear la posibilidad de que los tumores segregasen una sustancia que hiciese crecer a su alrededor vasos sanguíneos que les alimentasen para seguir creciendo sin control.
Durante un ataque aéreo alemán sobre la ciudad italiana de Bari, las bombas hicieron saltar por los aires el barco John Harvey de la armada de EEUU. En sus bodegas llevaba una carga secreta de gas mostaza que se dispersó por el puerto de la ciudad y afectó a más de mil personas. Stewart Francis Alexander, un militar experto en química bélica, llegó poco después para investigar los efectos de la intoxicación. Las autopsias de las víctimas mostraron que el gas mostaza aniquilaba la capacidad de división de ciertos tipos de células cuya naturaleza era dividirse con rapidez. Este hallazgo hizo que se plantease la posibilidad de emplear esa capacidad para combatir la división de ciertos tipos de células descontroladas que provocan el cáncer.
Sidney Farber, un médico en la Escuela de Medicina de Harvard, descubrió que el ácido fólico, un tipo de vitamina que se encuentra en frutas u hortalizas, aceleraba el desarrollo de la leucemia linfoblástica aguda en los niños. Farber probó con ellos la aminopterina, un antagonista del ácido fólico que fue capaz de detener la proliferación de las células malignas. Aunque las primeras remisiones no fueron duraderas, demostraron del potencial de tratamientos de quimioterapia con estos productos.
La radioterapia para tratar el cáncer se comenzó a emplear poco después del descubrimiento de los rayos X, en 1895. Este tipo de tratamientos amplió su campo de actuación gracias a los descubrimientos sobre los efectos de la radiación de Marie Curie y comenzó a perfeccionarse con la aplicación de la radioterapia por medio de aceleradores de partículas, como los aceleradores médicos lineales que comenzaron a emplearse a finales de los años 40 del siglo XX. Las nuevas técnicas de imagen como la resonancia magnética o las tomografías han permitido un uso aún más preciso de la radiación, con más efectividad en la eliminación de los tumores y menos daños en los tejidos sanos.
El conocimiento ahora generalizado de que el tabaco provoca cáncer tiene dos grandes responsables: los epidemiólogos británicos Richard Doll y Tony Bradford Hill. Sus estudios sobre la mortalidad por cáncer de pulmón entre fumadores y no fumadores desde los 50 fueron la base empírica que le permitió al Cirujano General, el principal portavoz del Gobierno de EEUU, emitir un informe en 1964 que afirmaba que "fumar cigarrillos está causalmente relacionado con el cáncer de pulmón en hombres; la magnitud del efecto de fumar cigarrillos supera al resto de factores". La reducción del consumo de tabaco en la población ha sido una de las grandes victorias de la lucha contra el cáncer.
In 1971, Judah Folkman y sus colaboradores aislaron un factor angiogénico tumoral (TAF, de sus siglas en inglés), la "sustancia" que más de treinta años antes Gordon Ide había predicho como elemento esencial en la creación de vías de provisionamiento de nutrientes para la célula cancerosa. Propusieron que el crecimiento de las células cancerosas se podría evitar si la actividad de ese factor se bloquease. Este fue el inicio de un enfoque terapéutico para luchar contra el cáncer evitando que las células tengan acceso a los vasos sanguíneos.
A finales de los setenta se sabía que los oncogenes retrovirales podían provocar el cáncer y que los virus habían adquirido esos genes de los genomas de mamíferos y aves a los que habían infectado. Se supuso por lo tanto que había genes que podían estar en el origen del cáncer sin necesidad de infección vírica. Esto se comprobó cuando Robert Weinberg, Michael Wigler y Mariano Barbacid clonaron el primer oncogén, el H-ras.
Después de más de una década de trabajo en torno a lo que sería algo así como el reverso de los oncogenes, en 1986, Stephen Friend y sus colaboradores aíslan el primer gen supresor de tumores, el Rb (por el retinoblastoma). Un gen supresor tumoral se llama así porque reduce la probabilidad de que una célula se transforme en cancerígena.Los genes supresores de tumores se encuentran en las células normales y normalmente inhiben la proliferación celular excesiva. Si uno de estos genes se borra o muta, aumentará la probabilidad de que se produzca un tumor.
Harold Varmus y Michael Bishop recibieron finalmente el Nobel por el descubrimiento del primer oncogén (lo hicieron en 1976), dejando sin el galardón a Weinberg o Barbacid. En su conferencia de recepción del galardón, Varmus citó a Beowulf para describir las células cancerosas como una parte intrínseca al ser humano: "Solo hemos visto a nuestro monstruo con más claridad y descrito sus escalas y sus colmillos de nuevos modos. Modos que revelan que la célula cancerígena es, como Grendel [un monstruo del poema], una versión deformada de nuestro yo normal.
En 1994 se consiguieron aislar los genes BRCA1 y BRCA2 en los que algunas mutaciones están asociadas a un incremento de los casos de cáncer de mama. Estos y otros genes como MSH2, relacionados con el cáncer de colon, han introducido la posibilidad de realizar pruebas con las que determinar si se está expuesto a un riesgo mayor de sufrir algunos tipos de cáncer
El descubrimiento de los oncogenes permitió pensar en el diseño de fármacos que actuasen como armas guiadas por láser, que actúan centrándose en las anomalías genéticas que hacen que las células proliferen sin control provocando el cáncer. El primero de estos tratamientos fue un anticuerpo monoclonal llamado trastuzumab, que podía bloquear la acción de la proteína HER2 sobreexpresada en un tipo de cáncer de mama que tiene muy mal pronóstico. Fue el primero de otros tratamientos diseñados para bloquear las causas del cáncer a nivel molecular. En 2001, se aprobó el Imatinib. Comercializado como Glivec para tratar la leucemia crónica mieloide, demuestra que gracias a los conocimientos sobre la genética del cáncer se pueden desarrollar fármacos muy específicos que no sean tóxicos como la quimioterapia tradicional. El Imatinib funciona bloqueando una enzima que cuando está activada continuamente provoca la leucemia.
Napoleone Ferrara y sus colaboradores lograron identificar el gen VEGF, responsable de estimular la angiogénesis. En experimentos posteriores (todos en ratones) bloquearon su actividad, poniendo la base para el desarrollo y la aplicación clínica del bevacizumab, comercializado como Avastin. Este fármaco fue aprobado para emplear en combinación con la quimioterapia contra el cáncer colorrectal metastático. Se probaba así la hipótesis teórica de Folkman planteada tres décadas antes.
La FDA aprueba la primera vacuna contra el virus del papiloma humano, causante del cáncer cervical. Este tipo de cáncer, el segundo más frecuente entre las mujeres, tendría posibilidades de ser erradicado gracias a la vacuna.
El Papiro de Edwin Smith es la descripción escrita del cáncer más antigua que se sepa que exista. La misma describe ocho casos de cáncer de la mama (o seno) o úlceras en Egipto, tratados con cauterización. Sin embargo, el documento también indica que no existe tratamiento contra el cáncer.
We'd love to hear from you. Please send questions or feedback to the below email addresses.
Before contacting us, you may wish to visit our FAQs page which has lots of useful info on Tiki-Toki.
We can be contacted by email at: hello@tiki-toki.com.
You can also follow us on twitter at twitter.com/tiki_toki.
If you are having any problems with Tiki-Toki, please contact us as at: help@tiki-toki.com
Close