El 8 de noviembre de 2013 el super tifón Haiyan con vientos de más de 300 km por hora golpeaba las islas de Layte y Samar, rompiendo la vida de 14 millones de filipinos.
Acción contra el Hambre fue una de las primeras organizaciones en desplegar su dispositivo de emergencia. En las siguientes 72 horas desplazamos desde todas nuestras sedes a 28 especialistas en emergencias y enviamos 175 toneladas de material de primera necesidad en 10 cargos especiales.
Para acceder a la zona necesitamos desescombrar el aeropuerto, establecer un perímetro de seguridad y facilitar la entrada al mar de los barcos cargados con material de primera necesidad. La coordinación con el Gobierno, las Naciones Unidas y el resto de los actores humanitarios fue crucial para una respuesta eficaz y coordinada a esta emergencia.
El suministro de agua y el fortalecimiento de la higiene son nuestras prioridades, así conseguimos que las enfermedades relacionadas con el agua no aparezcan. Dar respuesta a las necesidades alimentarias mediante el reparto de alimentos ayudarán evitar la aparición de enfermedades y a mantener el nivel de salud de la población. Realizamos intervenciones nutricionales dirigidas a los más vulnerables tras el paso de Haiyan. Estos son los tres puntos clave sobre los que trabajamos desde el primer momento.
Más de 130 profesionales siguen trabajando en la primera respuesta de asistencia básica de emergencia, al tiempo que se inicia una etapa larga y difícil: la reconstrucción y la recuperación de los medios de vida. Una fase que podría extenderse hasta 2016.
Nuestra misión no es solo salvar vidas: es también devolver, con la mayor celeridad posible, la autonomía a la población golpeada por un desastre para que puedan vivir sin dependencia de la ayuda exterior.
Nos encontramos en un momento en el que se están ultimando las actividades de respuesta de emergencia más inmediata, como son las distribuciones alimentarias, para dar paso a las transferencias monetarias. Así podremos facilitar la recuperación de los medios de vida, ya que, por ejemplo, sectores como el de la pesca o el del cultivo de coco han visto como toda su cadena productiva ha quedado destruida.
Una “Baby Tent” es un espacio reservado para mujeres embarazadas, madres y bebés en periodo de lactancia, en los que se trabaja el estrés post-traumático y se incentiva la recuperación de la capacidad de amamantar. Actualmente Acción contra el Hambre está trabajando en 10 “Baby Tents” en ciudades como Tacloban o Dulag, unas de las más afectadas por el tifón. Allí las mujeres, junto a sus hijos, encuentran un lugar donde pueden compartir lo ocurrido y recibir apoyo psicológico y psicosocial.
En este momento comenzamos con la fase de reconstrucción. Nuestros ejes de actuación son los siguientes: Reducir el riesgo de mortalidad, morbilidad y sufrimiento hasta mejorar el estado nutricional de los grupos más vulnerables. Restitución de los medios de vida de la población afectada dañados por el tifón, de tal manera que generen ingresos económicos con los que satisfacer sus necesidades alimentarias y otras necesidades básicas. Reconstrucción y mejora de instalaciones de agua y saneamiento, tanto a nivel comunitario como particular.
En este punto es muy importante pasar poco a poco de las estructuras provisionales de saneamiento a la rehabilitación de las redes, principalmente en los núcleos urbanos. Asegurar la calidad de agua en los hogares que se están reconstruyendo, con un énfasis fuerte en actividades de promoción de salud pública, es y será fundamental por ser un contexto todavía frágil en el que las epidemias pueden aparecer.
Trabajamos en diferentes ámbitos que impactan directamente en el desarrollo de las comunidades afectadas: El apoyo psicosocial, las intervenciones monetarias, la gestión del riesgo ante desastres, la interiorización de las prácticas de higiene básicas y haber conseguido superar el punto de partida a nivel de agua y saneamiento. Todo esto está haciendo posible la recuperación de los medios de vida de los filipinos afectados.
Las transferencias monetarias son la mejor herramienta para que las comunidades recuperen sus medios de vida. Ayudándoles con dinero la población toma las riendas de su propia recuperación. Así se reactivan los mercados locales y se permite cubrir las necesidades alimentarias para poder centrarse en la reconstrucción de sus hogares.
12 meses después, la situación de los damnificados por Haiyan ha mejorado notablemente, en gran medida gracias al trabajo y la capacidad de recuperación del pueblo filipino. Pero queda mucho por hacer. Hoy más de 1 millón de personas siguen desplazados y se calcula que volver al punto de partida podría llevar 10 años.
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